L´art dans tout (llamado así por una asociación de artesanos parisinos fundada en 1897), adoptada como el eslogan del nuevo estilo, significaba no solo la atención a todo el entorno, sino también el final del aislamiento del artista con la consiguiente revisión de su  rol social y su figura profesional.  

Una de las principales características de la producción modernista era, de hecho, la de ser a menudo una producción de autor, en la que el anonimato tradicional que caracterizaba los objetos de uso o el trabajo artesanal de un nivel cualitativo medio se remediaba en nombre de la creatividad personal.  El nuevo estilo encontró adeptos ilustres y se desarrolló simultáneamente en los aspectos artísticos, arquitectónicos y decorativos, debido a la revaluación conjunta de la fase de realización del proyecto y la expansión de los intereses a toda la gama de objetos producidos.  por el hombre.  

También hubo un cambio de tendencia con respecto a la jerarquía tradicional de las artes: así, el belga Henry van de Velde (1863-1957) abandonó su actividad original como pintor, fundando en 1898 el taller Arts d’Industrie de Construction et d’Ornamentation para dedicarse exclusivamente a las artes aplicadas y la arquitectura;  Paul Gauguin mismo diseñó y modeló objetos de cerámica o paneles decorativos de madera esculpidos, convirtiéndose en un ejemplo para otros artistas en el círculo de Pont Aven;  Originalmente escultor, Hermann Obrist (1867-1927) fundó un taller de bordado en 1894 en Munich, y luego amplió la producción para incluir muebles, cerámica y textiles. 

  El modernismo, dado que también entró profundamente en los interiores, entendido como el marco cotidiano de la existencia humana, encontró muchos defensores fieles y convencidos en los exponentes de la cultura arquitectónica que ya proyectaban ese marco en forma de espacios y volúmenes.  Por lo tanto, no es casualidad que muchos muebles modernistas hayan sido diseñados por arquitectos y que la actividad de decorador se haya convertido en una parte importante de la profesión, constituyendo con frecuencia una característica distintiva de la poética expresiva en las obras de algunos de los mejores arquitectos de la época.  

Por lo tanto, es un hecho que en el Modernismo, cuales quiera que sean las diferencias y los niveles de calidad debido a una mayor o menor capacidad personal, a diferentes oportunidades profesionales o a diferentes contextos culturales de formación, uno puede reconocer de hecho los comienzos de una tendencia que  más tarde adquirirá un alcance mucho más general: el del fin del anonimato del objeto de arte aplicado y de la nueva integración del diseñador en el momento productivo de acuerdo con las ideas aceptadas del diseño moderno.

 

El mueble modernista catalán 

En España, el Modernismo tiene su máximo exponente en Cataluña.  El Modernismo catalán surge, por un lado, como la adhesión a las exigencias artísticas europeas, si bien se remite, por otro, a la tradición autóctona, en un intento de recuperación del pasado;  es, por lo tanto, el fruto de una simbiosis perfecta entre la búsqueda de modernidad y la valoración de lo tradicional, entre cosmopolitismo y racionalismo.  Dicho intento, sin duda, tenía sus raíces más remotas en el movimiento cultural y literario quirúrgico en la década de 1830, conocido con el nombre de «Renaixença”, debe ser entendido también en el marco europeo de la lucha por los nacionalismos y los caracteres específicos de cada región.  

Cincuenta años más tarde, aún vigente ese deseo de reencontrar el pasado, el desarrollo industrial en Cataluña alcanza un nivel que da lugar a una etapa de esplendor.  En un momento de tal euforia era lógico que triunfara el estilo «moderno» Art Nouveau.  La nueva burguesía pronto se identifica con él lo adopta en sus viviendas, su manera de vestir, etc. Muy peculiar de Barcelona es el fenómeno de la gran difusión que llego a alcanzar tal corriente, que se infiltra tanto en la arquitectura, como en las artes decorativas, la ilustración gráfica, e incluido en la música, presentando siempre la doble versión moderna-tradición.  

La Exposición Universal de Barcelona celebrada en 1888 puede considerarse, de forma simbólica, como el inicio de la etapa modernista en Cataluña.  Las décadas de 1870 y 1880 presentan una gran actividad en los más diversos elementos artísticos e industriales, que servirán de preámbulo a lo que será el Modernismo.  Respecto a las artes aplicadas, es cuando se inicia serias reflexiones teóricas, que culminan en algunas obras concretas como es la empresa llevada a cabo por Francesc Vidal (1848-1914). 

Formado en la Escuela de Arcos Decorativos de París, Vidal fundó, en 1878, sus Industrias de Arte, donde se producía todo aquello que podía contener un interior, desde una mesa a una lámpara o un jarrón de porcelana.  Se trataba de una empresa parecida a lo que tuvo éxito las Arts and Crafts inglesas -recuérdese que la primera exposición de Arts and Crafts en Londres tuvo lugar en 1888-, creado con el objeto de producir y vender todo lo relacionado con el  interior de una vivienda, en pro de la integración de los oficios.  

Vidal solía usar, en sus muebles, la madera de nogal, aunque también empleaba el roble.  Sus piezas se distinguen por sus notables proporciones, por sus cornisas en relieve y sus puertas con bisagras de bronce.  En cuanto a las sillas, los respaldos son altos y rectangulares y los pies, torneados o helicoidales, se ensanchan en forma de pata de león profusamente esculpida. 

El mobiliario que diseñó para el Palacio Güell, la obra de Gaudí, era del sabor medieval, el acuerdo con el marco arquitectónico, las formas pintorescas: desde arquillas forradas de brocado y bargueños policromados, hasta sillas curules. Otro diseño característico de Vidal es el tipo de silla «Phebus», neogótica en su respaldo y con patas cilíndricas adornadas con motivos mecanicistas tallados, muy representativos de la decoración barcelonesa de la década de 1880:  ruedas dentadas, grecas, motivos ajedrezados, etc. elementos característicos de ese momento histórico justamente anterior al Modernismo.  

Antoni Gaudí (1852-1926), tan solo cuatro años más joven que Vidal, es el arquitecto y director más extraordinario del Modernismo catalán.  Gaudí es un ejemplo típico del arquitecto preocupado por el interiorismo, por la obra global, de ahí sus diseños de mobiliario para integrar en sus propios ambientes.  Su tratamiento del mueble es totalmente nuevo.  Se caracteriza por su búsqueda de funcionalidad y su sinceridad constructiva, que le lleva a la creación de sillas como las de la casa Batlló (1907), una de sus obras arquitectónicas relevantes, cuyo interior orgánico exige una decoración en concordancia.  

El mobiliario, de una gran simplicidad, es de roble: una gran mesa extensible, varias sillas y unos canapés integran el conjunto.  El elemento más singular son, sin duda, las sillas, en cuya creación Gaudí tuvo en cuenta el binomio forma-función, obteniendo como resultado un mueble cómodo para sus fines.  Los respaldos son anchas superficies cóncavas donde luce el veteado de la madera, sin adorno de ninguna clase, una manera de escudo protector.  Hoy, de nuevo, se hallan en producción.  

De características similares a las sillas de la casa Calvet, ahora en la Casa-Museo Gaudí, realizados tres o cuatro años antes que  las que hasta ahora comentadas, con su modelado escultórico, así como los bancos de la capilla de  la Colonia Güell, con estructura de hierro y los asientos, respaldo y brazos de madera, que se incluyen en ella, subrayando su independencia.  

 Un aspecto muy distinto tenían, en cambio, sus primeros muebles para el Palacio Güell, aún ligados a cierto eclecticismo: dos sillas y una chaise-longue acolchadas, con detalles esculpidos en el respaldo y en el frente y con elementos estructurales  de hierro forjado, material muy apreciado por Gaudí.  Recuérdese, al respecto, el casi surrealista tocador con el espejo inclinado y cinco pies sustentantes diseñados también para la condesa de Güell, familia que actuó siempre como mecenas del artista.  

Gaudí no tuvo continuadores.  Sus muebles, como su personalísima arquitectura, comienzan y acaban con él.  Sin embargo, cabe mencionar al pintor Aleix Clapés (1880-1920), colaborador predilecto de Gaudí, que siguiendo una línea típicamente Art Nouveau, donde imperaban los motivos “coup de fuet” y una gran recargamiento  plástico, proyectó el conjunto de  los muebles para un salón de una casa barcelonesa: una vitrina, un sofá, dos sillas, dos sillones y un paragüero, hoy en la Casa Museo Gaudí.  Sobresale la vitrina compuesta por un cuerpo inferior con cuatro sinuosas tallas que se enlazan formando parejas y ascienden desde la base hasta conformar un cuerpo superior con puertas de cristales, dos de ellos con pavos reales grabados. 

Gaspar Homar (1870-1935),representante del mueble modernista catalán, normalmente en colaboración con el dibujante Josep Pey (1875-1956) diseña piezas de gran calidad, acercándose al Art Nouveau francés, así como más tarde a la Sezession vienesa.  Hijo de un carpintero, se formó en los talleres de Francesc Vidal, y enseguida se estableció por su cuenta.  Una de las características más representativas de sus piezas es el uso de maderas claras, como el sicomoro, combinado en general con el roble.  

Si en una primera etapa, aún más modelos históricos y en especial neogóticos del cuento de Vidal, progresivamente se va integrando en el más puro Modernismo de líneas sinuosas y decoración vegetal.  

Preocupado por la resolución de conjuntos, los interiores realizados por Homar acostumbran a presentar como complemento de sus muebles arrimaderos de madera que conforman un ambiente más acogedor.  El ejemplo más notable es el conjunto diseñado para la casa Lleó Morera, obra del arquitecto Lluís Domènech i Montaner (1850-1923), que junto con Gaudí es uno de los máximos exponentes del Modernismo barcelonés.  Se trata de un magnífico conjunto donde conviven la marquetería, con figuras vagamente prerrafaelistas, la talla, las aplicaciones de metal grandes ramos de morera, símbolo de la familia propietaria-, y los vidrios emplomados, junto a relieves  de mármol y mosaicos.  

Destaca sobre todo el sofá tapizado, flanqueado por dos cuerpos laterales en forma de torres prismáticas coronadas por pináculos florales de sabor goticista, y sobre el cual, enmarcado por las mismas torres, aparece un espléndido cuadro  de marquetería donde se ven dos figuras femeninas en un jardín.  El motivo decorativo principal de todo e mueble es una rosa  con formas geométricas que nos remite a la sesión vienesa y a la escuela de Glasgow. 

Respecto al trabajo de marquetería, diseño de Jope Pey, en él Homar consigue una gran gama cromática.  

Los diversos matices de los tonos claros los obtiene a base de madera de abedul, fresno, sicomoro y de acebo para los rostros y las manos, ya que debido a lo compacto de la estructura no se oscurece con el tiempo.Los dorados los consigue con boj, doradillo y limonero. Para los rosados y rojizos emplea distintos tonos de caoba, cerezo, olmo, palo de rosa y ciprés.Los verdes son fruto de la magnolia, el platanao, la majagua y la sabina. Los oscuros son producto del ébano, el granadillo y el palisandro. (Según J.Mainar, El Moble català, Barcelona, 1976).Con esta amplia paleta de colores Homar conseguía verdaderas composiciones cromáticas, ayudado por un gran dominio de las sombras, obtenidas mediante el procedimiento del “socarrat” en arena caliente, o con la acción de algunos ácidos. 

A partir de 1903 la marquetería desaparece de sus realizaciones como complemento decorativo y surgen en su lugar los pirograbados teñidos. Asimismo, sus muebles se acercan cada vez más al estilo vienés y evocan incluso a las piezas producidas por la compañía inglesa Morris, Marschall and Faulker. Es notable el dormitorio que diseñó para el político Francesc Cambó, de formas cuadrangulares, de cierta austeridad, en caoba de color cereza y abedul gris, tan solo con alguna aplicación de metal. 

Junto a Homar y Busquets, principales protagonistas del mobiliario barcelonés, hubo otros arquitectos y pintores que realizaron algunos diseños para dichos ebanistas u otros contemporáneos suyos.

Mueble modernista de J.Busquets Museu Nacional de Catalunya